Tu y yo compartimos el deseo de pertenecer a grupos sociales, este interés es natural, nos impulsa a ingeniar maneras de entendernos con los otros; además contamos con la herramienta de comunicación más avanzada que es el lenguaje y su expresión sofisticada que es la capacidad de hablar.  Llegar al nivel máximo que representa expresarnos con palabras requirió procesos que comenzaron antes de que naciéramos, estando en la panza de mamá ya escuchábamos su voz, llegando al mundo nos encontramos rodeados de estímulos que favorecieron la ganancia de recursos que sumados al tiempo y la maduración nos permitieron llegar a la meta.

Cuando fuimos bebés pronto descubrimos un recurso infalible a través del cual nuestras necesidades eran cubiertas, cuando llorábamos aparecía mamá y entonces dejamos de sentir incomodidad. Llorar fue nuestro primer recurso para comunicar al mundo que algo sucedía, te cuento que además fue un ejercicio de fortalecimiento para los músculos de nuestra cara. Pegadito al llanto aprendimos a sonreír y bueno que decir, supimos que podíamos encantar al mundo y satisfacer necesidades de atención y afecto. Conforme avanzamos en el control de nuestro cuerpo comenzamos a usar nuestras manos para señalar lo que llamaba nuestra atención e invitamos al otro a pronunciar sonidos y palabras que iban dando nombre a lo que había a nuestro alrededor. Las personas comenzaron a usar un lenguaje peculiar, seguro sabes a cuál me refiero, ese que al ver a un bebé nos sale natural, que definitivamente juega un papel importante por que al ser un poco exagerado enfatiza y participa del aprendizaje. Comenzamos a balbucear, estábamos ya practicando formas más complejas con relación al lenguaje… En algún momento el impulso triunfó y pronunciamos nuestra primera palabra, la práctica interactiva tuvo frutos.

¿Maravilloso no?… Si analizamos la breve descripción del proceso que antes mencione, podemos darnos cuenta del rol de nuestros sentidos en temas de socialización y aprendizaje. Respecto a hablar, tener la capacidad de oír es vital. El bebé que oye balbucea, como respuesta a los sonidos captados por su oído que además van acompañados de intención, ritmo y tono. Oír, imitar, responder, es el ejercicio que nos  impulsó a comunicarnos a través del habla.

Hace tiempo tuve la oportunidad de  acompañar por un breve espacio de tiempo a una bella pareja, ambos sordos, quienes habían desarrollado como muchas personas a lo largo del mundo la habilidad para comunicarse a través de su cuerpo. El lenguaje de señas les permite a través de sus manos, portar sus voces, sus pensamientos y sus emociones; llevarlas al mundo para ser escuchadas. Recién estrenados como papás se encontraban con el reto de transmitir este recurso a su hija también diagnosticada con hipoacusia.  En este caso y frente a la ausencia del oído se construyó un lenguaje específico que les permite cumplir tan importantes funciones.

En el caso de Lucy a quien ustedes ya conocen, la situación no es que no escuchara. Una condición congénita en su paladar afectó su oído, generando que los estímulos auditivos llegaran distorsionados y desde ahí ella intentaba traducirlos, comprenderlos y responder.  A pesar de la dificultad hizo un gran trabajo, se apoyó del resto de sus sentidos para explorar, conocer y descubrir al mundo. Le resultaba abrumador el contacto con el otro y las situaciones sociales en las que había muchos estímulos a su alrededor, pasaba largos periodos de tiempo a solas, jugaba y se entretenía, parecía que ahí gozaba de calma. Su condición no solo generó un retraso en el desarrollo de lenguaje, de procesos de aprendizaje,  también malestar físico y una constante experiencia de confusión que impactó en el desarrollo de su carácter y personalidad.

Su atención temprana permitió la detección de la condición y la intervención oportuna. La aceptación, el amor, el acompañamiento y la educación de quienes la rodean ha permitido generar recursos y aprender sobre la marcha, Lucy nos guía y nos recuerda el ritmo, su ritmo…

Es una guerrera. Antes, sin palabras fue capaz de encontrar maneras de expresarse. Hoy hablando, leyendo, cantando y a veces gritando… quiere recordarnos… 

  • No juzguemos
  • Aprendamos juntos
  • Seamos sensibles en nuestro trato
  • Concienticémonos

Lic. Psic. Laura Alba Sánchez

Diciembre 2020

Esta entrada tiene 9 comentarios

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