El JUGUETE como herramienta transformadora

“No tengo ningún talento especial. Solo soy apasionadamente curioso”

Albert Einstein

El bebé, el niño, el adolescente, el joven, el adulto y el viejo juegan. En cada etapa con motivaciones, objetivos, resultados y aprendizajes que  permiten NUTRIR nuestra existencia desde el contacto con el mundo.

En todos los tiempos, en todas las épocas, abarcando culturas y rebasando los límites geográficos, las personas dedicamos tiempo significativo de nuestra vida a jugar. Al hacerlo  echamos mano de herramientas en las que es posible depositar y desplegar el poder de la TRANSFORMACIÓN desde su creación, uso y manipulación. El JUGUETE aparece como medio, como “trampolín” creador, con el que es posible explorar, construir, significar, experimentar y vivenciar aportándole a la evolución física, intelectual, psíquica y emocional del SER.

El JUGUETE es definido como el “objeto” que apoya a el juego infantil. Se considera uno a cualquier “objeto” o “ material” que el niño usa o manipula durante el juego. De forma más amplia se refiere a los instrumentos que cumplen las funciones de imaginar, entretener, divertir, crear y recrear.  El JUEGO como lenguaje natural que involucra al individuo integralmente requiere de palabras para ser representado y transmitido, es el JUGUETE el que tiene este papel.

La riqueza del JUGUETE no radica en su naturaleza material. Sino en la experiencia de usarlo. Desde el objeto más simple, hasta el más complejo o sofisticado se convierten en plataformas que representan el deseo y la intención como energías vitales. El que JUEGA, DOTA de contenido, de significado; a través de él  logra hablar, resolver, sentir y elaborar experiencias de vida en la cotidianidad.

• Las MÁGICAS CAJAS DE CARTÓN que se transformaron en escudos, en espadas, en coches, en naves espaciales, en cocinas, en refugios, en castillos y así sin fin…
• Los pliegos de papel china y los palitos de madera que se convirtieron en papalotes que viajaron por el cielo.
• Los barquitos de papel que vimos perderse en la corriente de agua después de una tarde de lluvia.
• Los trompos, yoyos, canicas y tazos que nos acompañaron  en el aprendizaje de la competencia y el juego limpio.
• Los espacios abiertos que solo requieren un balón para formarnos en el trabajo en equipo y la oportunidad de festejar triunfos y vivir en compañía la derrota.
• Los juegos de mesa que refuerzan el sentido de arraigo y la pertenencia familiar.
• El peluche, la frazada, la muñeca o cualquier objeto que nos haya acompañado en nuestros momentos más tristes, terroríficos, gratificantes y satisfactorios. 
• A cada juguete  imaginado, que fue posible crear y ofrecido al mundo para recordarnos que sin importar la edad cronológica que tengamos seguimos conservando un niño dentro con una inagotable capacidad de sorpresa, de aprendizaje y de disfrute.

Un juguete, cualquiera que sea, se transforma al usarlo en el MEDIO para experimentar, para sentir, para expresar, para aprender, para formar.

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Date unos segundos… 

¿Qué juguete te acompaño en tus aventuras infantiles, cuál de ellos se transformó en aliado, cómplice, héroe o guardián?

¿Imagina la forma en que ese “juguete” fue un mágico trampolín para dar sentido y significado a la vida ahora que somos adultos?

Si tienes niños cerca, pídeles permiso de jugar, valdrá la pena la experiencia… y por favor… diviértete 🙂

Laura Alba Sánchez

Agosto 3 2020