TANDA MUSICAL

¡Hoy es el cumpleaños de Bernardo!

Hace algunos meses mis amigos habían acordado una nueva modalidad para celebrar nuestros cumpleaños. Nunca hemos tenido la costumbre de darnos regalos, siempre ha sido suficiente nuestra presencia, nuestro afecto, nuestra alegría, pero, sobre todo, nuestra hermandad. 

Tenemos casi 20 años de conocernos, las circunstancias han cambiado para todos, pero hay algo que no ha cambiado en lo absoluto, nuestro apetito musical. 

La música es, sin lugar a dudas, un nutriente esencial en nuestro desarrollo como personas, nos da un sentido de pertenencia, de equidad, nos ayuda a ser tolerantes al respetar los gustos del otro, al hacer nuevas propuestas y compartirlas entre nosotros. 

Es ir a ese concierto que a nadie le gusta, pero no por eso vas a dejar a tu brother solo, y como buenos amigos vamos todos a apoyarlo, a pesar de que no sea de nuestro total agrado, es una experiencia contagiosa el ver a tu camarada saltar de emoción con el vaso salpicando a los vecinos, con esa euforia característica de un evento masivo. 

El último concierto al que fui con ellos fue con toda seguridad el mejor momento de mi vida. Esa banda fue la que nos unió a todos, la escuchamos desde hace más de 15 años, es la única que de verdad nos gusta a todos por igual, pero yo nunca había tenido la oportunidad de verlos en vivo. Tuve que viajar yo solo hasta la explanada del estadio, donde incomunicado y rodeado de gente a lo lejos lo ví. Bernardo estaba en medio de la multitud, sacudiendo su brazo libre. Ahí estaban mis amigos. 

Encontrar a Bernardo entre multitud generó una calma y una tranquilidad al saber que todos los demás estaban con el, y con eso la seguridad de que, no solo encontré a mis amigos, sino a mis hermanos que están listos para ser revitalizados por una masiva vibración colectiva musical. Al comenzar el concierto, nos adentramos en la multitud, siempre protegiéndonos los unos a los otros contra la horda de espectadores que van cargados de una energía parecida a la nuestra. Pero jamás tan intensa. 

Ya adentrados en el concierto, y al sonido de gaitas que anunciaban la llegada de nuestra canción favorita, en el que entendí la relación intrínseca que tiene la música y la amistad. Por un instante, que no habrá durado ni una milésima de segundo viaje en el tiempo 20 años atrás, cuando éramos unos adolescentes escuchando esta canción en la madrugada en una cabaña en medio del bosque, fue esa canción la que nos unió, fue ahí cuando mi mente recapituló todas las experiencias acumuladas, las risas, la carrilla, los abrazos cumpleañeros, los viajes trasnochados de regreso a casa. Volteé hacia mi lado y conforme repunto la canción y volví al estadio, se apagaron las luces y todos comenzamos a saltar. Teníamos 16 años otra vez, Todos estábamos conectados con ese ritmo, esa pasión, esa furia por el baile, pero sobre todo de nuestra compañía. No hubiera sido lo mismo, de haber estado solo. Hoy tampoco estoy solo, no hay multitudes, no hay bandas en vivo, la música la ponemos nosotros, la música la escogimos para Bernardo. 

La dinámica era la siguiente: El cumpleañero recibe uno o varios discos LP de cada uno de los asistentes. 

Lo que pareciera una dinámica simple, sencilla de realizar, puesto que simplemente es ir y comprar un acetato, nuevo o usado y presentarlo como regalo al festejado. Pero era más que eso, era adentrase en una tienda especializada repleta de estos productos, teniendo en cuenta que el resto de los invitados iba a ser lo mismo, una decisión difícil, pero guiada por la amistad, nada es imposible. Esta era la primera vez que formaba parte de esta celebración vinílica, no tenía muchas expectativas de este ritual musical. 

La ceremonia musical comenzó en una azotea, iluminada con una luz tenue y cálida, rodeada de macetas y figuras de porcelana, por supuesto custodiadas por las dos fieles caninas protectoras del hogar, amenizado con algunas bebidas, pláticas entre amigos, historias nuevas ocurridas en los últimos días, tanto como reírnos, otra vez de las tantas anécdotas acumuladas tras dos décadas de inseparable amistad. se encendió el asador, liberando ese aroma abrazante de carbón ardiente que anuncia la llegada de la cena: Carne asada. 

Esta es una labor colectiva, en la cual el anfitrión es el encargado de preparar las viandas, mientras su novia y yo preparamos las salsas, impregnando la cocina con un candente aroma a chiles tatemados. Bernardo esperaba ansioso el momento del unboxing. 

Cenamos, entre risas y recuerdos, para después bajar a la sala, donde en una esquina se encontraba el juguete encargado de hacer la magia de la noche: La tornamesa. 

Bernardo es de los miembros más apreciados del grupo, ya que es el responsable de nutrirnos con su inconfundible sonrisa, su contagiosa alegría, pero sobre todo su nobleza y empatía. Chulada de hombre. 

Poco yo sabía lo que iba a sentir al ver los tan esperados regalos, puesto que no era un simple objeto, era un paquete cargado de emociones, que se entregaba uno a uno a Bernardo. 

Cada uno de los discos tenía no solo un tema diferente, sino qué estaba cargado de los sentimientos del amigo que lo había adquirido para él, era un proceso complicado, que se tiene que tener varios factores en cuenta, como el si ya posee dicho disco, o si le va a gustar, si querían que le gustara, o que implemente lo querían sorprender. Y así fue. 

Pero la más grande sorpresa fue en realidad para mí, cuando vi un disco en particular, uno de mis favoritos, y él lo sabía, al verlo exclamé ¡El Satánico Dr. Cadillac! 

Su reacción fue la siguiente, volteo a verme y me dijo ‘Es el que más te gusta ¿no? Hay que poner este` y sonrió. 

Nunca me había sentido tan complacido, no estoy seguro si se dio cuenta, pero en realidad el mejor regalo de la noche fue el que me dio el a mi. 

Esa es la esencia de la amistad, es esos diminutos instantes que se acumulan para llenarnos de pequeños detalles que hacen nuestras vidas completas, plenas, y llenas de música. 

La amistad es una receta perfecta, completa y balanceada, tiene todos los sabores, dulce, salado, ácido, amargo… Pero también existe otro sabor el umami, que significa sabroso, delicioso, es ese sabor que invade toda tu lengua y te llena de satisfacción. Y es con ese sabor de boca que me quedo siempre, siempre que los veo a ustedes, mis amigos. 

La noche siguió, y como todo buen concierto siempre hay una tonada que resuena aun con el pasó de los días… 

Yo sigo escuchandola en mi mente una y otra vez… 

‘’Los Cadillacs tocando para vos, los Cadillacs tocando para vos… YEAH! 

El Tercer Millennial

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