sal de mi mesa

En mis principios como aprendiz de cocinero, osease como lavaplatos, mi curiosidad se fue despertando poco a poco; iba haciendo pocas preguntas, una a la vez a mis superiores, preguntaba cómo cortar un pepino, o cómo sostener el cuchillo correctamente. Siempre se me respondió amablemente, seguido de una breve lección práctica para regresar pronto a mis labores con los platos.


El Sous Chef del restaurante, de nombre Dany, era un peculiar inglés nativo de Liverpool, al que con el paso de los meses logré entender su marcado acento británico. Me daba un poco de pena hacerle esta pregunta, porque yo veía la naturalidad con la que el resto de los cocineros la utilizaban, sin medidas, pura memoria muscular, la arrojaban tanto con fineza, como con agresividad: La sal.
Decidí, una vez con la confianza de poder descifrar sus palabras, preguntarle: ¿Dany, para qué es la sal? su respuesta fue simple, concreta y quedó marcada por el resto de mi vida, tanto personal, como de cocinero.
“It’s the balance mate, it’s the glue that binds it all together”
En español: “Es el balance amigo, el pegamento que lo une todo”
No hay una mejor descripción para la sal. Sin contar las razones fisiológicas por las cuales es necesaria en nuestro cuerpo; es un ingrediente básico para la cocina, sin esta, no es posible distinguir los sabores y matices de la comida que se prepara; sería como estar comiendo uno a uno bocados de nada, insípido, a pesar de haber puesto todo el esfuerzo en la preparación; sin sal, la comida, indiscutiblemente no sabe a nada.


Desde ese momento mi vida se convirtió en una búsqueda interminable de sabores y, poco a poco, me di cuenta de que no sólo los podía encontrar en los alimentos, sino también en cada una de las persona que iba conociendo a lo largo de mi camino; como Dany, por ejemplo, que sentó el precedente básico en mi formación culinaria; pero como él, dentro y fuera de la cocina, cada uno ha ido aportando poco a poco un granito de sal.


Y de eso quiero platicarles hoy, mis estimados lectores, de esa búsqueda que se me ha presentado con cosas que,… realmente no esperaba encontrar. Cada una de ellas ha agregado uno a uno granitos de sal a mi colección.
Cuando trabajé en el gremio banquetero, gradualmente me fui haciendo de contactos y así fue como un conocido de mi hermana terminó volviéndose mi socio. Éramos la mancuerna perfecta, ya que los dos poseemos un excelente don del habla y él, una capacidad inmensurable para las ventas, el equipo perfecto para convencer a las señoras de alta alcurnia de la ciudad de que nosotros éramos
simplemente la mejor opción para sus eventos. Él me enseñó a vender comida.


Después de eso, irónicamente, puesto que yo había decidido abandonar la carrera de mercadotecnia, el destino me puso de nuevo en el camino de la publicidad. A través del contacto de una amiga asistí a una producción cinematográfica de unos famosos productos lácteos. Ahí, yo observaba maravillado como la magia se hacía detrás de cámaras todo bajo la batuta de una de las mujeres que más admiro y respeto en el mundo: Gianna. Si pudiera definirla en dos palabras sería: absolutamente profesional.
Gianna me enseñó dos cosas; la primera, que nunca debes de presentar un problema sin tener una solución lista; y la otra, es que todo tiene solución. Ella agregó más de un granito de sal a mi colección y le estaré eternamente agradecido de haberme dado la oportunidad de formar parte de
su equipo. Ella me enseñó a ser profesional.
Cuando comencé a trabajar con ella, yo fungía como asistente de una Chef, a quien simplemente le llamaré La Reina. La Reina es bajita y con cabello rizado, que estaba por todos lados y a la vez contenido por una pluma o un palillo chino; a pesar de eso, nunca vi un cabello suyo fuera de su lugar. Esta magnífica realeza culinaria posee la habilidad de revolucionar mis sentidos con cada preparación que hace, una pasión por cocinar que sólo puede ser superada por su sazón. Sus granos de sal, están cargados de pasión.


Después de eso hubo un bache, un breve oscurantismo que opacó mi vida por unos meses; pero aun así, yo siempre cargaba en la bolsa mi colección de sales, para cuando las cosas se pusieron oscuras, me sirvieran para equilibrarme y no perder la esperanza, ya que recordaba que ellas veían algo en mí, que en ese momento yo no sabía que tenía.


Y entonces en el peor momento apareciste tú. Tú sabes quién eres y sabes por sobre todas las cosas, que tú aportaste más de un kilo de sal a mi colección, puesto que antes de que llegaran todas ellas tu ya veías eso en mí, lo sigues viendo, y es gracias a ti que estoy escribiendo estas palabras. Tú me enseñaste, que tengo que estar consciente de lo que puedo hacer, que existo, que sí puedo y a ser paciente.


Ha habido más maestros y más enseñanzas, y con cada platillo que preparo, alcanzo mi bolsillo y tomo un poco de esa sal, que poco a poco se ha ido haciendo grande, pero me gusta espolvorearla de vez en cuando y cuando veo que al alguien más le hace falta, esa es la sal de mi vida, la sal de mi mesa.

El Tercer Millennial

Esta entrada tiene 3 comentarios

  1. Hay seres humanos capaces de llegar a las entrañas de la manera ma
    s natural, hablando con el corazón. Sin palabras Perro. Por algo elegiste ser rosa, para pintar nuestra vida de ese color.

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