NINTENDOMANIA TOYTOING

Sábado, 8:47am, Septiembre, 1997.

Despierto, somnoliento, miro el reloj, son casi las nueve, tengo que apresurarme. Tomo un short, una playera, ya comienza a hacer frío, pero no importa, tengo escasos minutos para bajar a la cocina y preparar mi desayuno. Tomo un plato hondo, una cuchara, el galón de leche, que al tocarlo hace un choque térmico con mi mano recién salida de la cama. Listo, enciendo la televisión, giro la palanca de la televisión de la cocina, que cada vez opone más resistencia, sintonizo el canal 13… 8:58am, es momento de armar el desayuno, colocar el cereal de chocolate en el plato y verter la leche. 

Se abre una puerta metálica digitalizada, avanzamos, hay un botón rojo que activamos, se abre la segunda puerta, esta Fulgor, Donkey y Didi Kong, avanzamos un poco para ver a Mario, llegamos al puente sinuoso rodeado de aguas eléctricas, Mario escalando un árbol, una puerta más por activar…

Nintendomanía.

El sábado era uno de los dos días de la semana en la cual gozábamos del privilegio de levantarnos tarde, pero eso no evitaba que madrugáramos para disfrutar de 30 minutos para escuchar a un señor y a su hijo, hablar de videojuegos, en una época donde el Nintendo era un universo aislado, y casi inaccesible era una ventana a un mundo que creo que, todos, ansiábamos conocer.

La magia de Nintendomanía era un hechizo que Gus Rodríguez, junto con su hijo Javier, a quien le llamaba afectuosamente ´´Chavo´´ lanzaba sobre nosotros durante nuestras mañanas noventeras, al elenco se unieron después Mark y Maggie, quienes con todo el entusiasmo del naciente mundo gamer nos contaban tips, novedades, trucos, atajos y estrategias. A pesar de lo interesante del contenido, no era precisamente lo que me llamaba la atención del programa, ya que irónicamente yo no conocía la mayoría de los juegos, mucho menos los había jugado. Lo que me gustaba del programa era otra cosa.

Yo siendo el chico ñoño, gordito y malo como nadie para los deportes, siempre me refugié en los videojuegos, porque son estos donde me puedo sumergir en las historias, que curiosamente en ese entonces  no las entendía, pero Gus me las explicaba, pues no solamente hablaban de trucos, sino también de historia y personajes importantes del mundo de los videojuegos, como Shigeru Miyamoto o Hidoeo Kojima, era increíble cómo nos hacía saber a todos que no solo era un juego, era todo un universo que yo estaba apenas por descubrir. Disfrutaba de verdad ver como un señor con gorra, hablaba de una manera tan apasionada de los videojuegos, me hacía ver que no estaba mal, que no había problema, que estaba bien que me gustaran, pero sobre todo que yo no estaba solo, si a un señor de la edad de Gus le gustaban los videojuegos, ¿Por qué no habrían de gustarme a mí?.

Los 4 hablaban con tal naturalidad de las consolas, que en ese tiempo eran dominadas por Nintendo, que yo los consideraba casi deidades en el tema, además de darle siempre un tinte cómico en incluyente a sus contenidos, que la media hora nunca me parecía suficiente. Se notaba el cariño y la pasión con la que comunicaban todo, yo sentía una mezcla de adrenalina y emoción cada que mencionaban un juego que conocía. Siempre tenía también, un cuaderno y un lápiz, porque en cualquier momento podía aparecer un dato interesante, o un password para avanzar más rápido en el juego, era esa premura de que ellos, y solo ellos podían ayudarme a descubrir el secreto.

Afortunadamente tuve la oportunidad de conocer al elenco en una ocasión. 

Se organizo una gira a nivel nacional para promocionar el lanzamiento de un nuevo juego de peleas, “Killer Instinct Gold”, el cual consistía en un torneo organizado por Nintendomanía. Logré. por todos los medios, conseguir los boletos, y me aventuré con un amigo. Es indescriptible lo que sentí ese día; en el lugar había fácilmente unas 100 consolas, ambas con dos controles, listas para ser utilizadas, y todo el lugar estaba decorado con la temática del juego, recuerdo que todo era rojo, con todo oscuros y luces a medias, donde solo se iluminaban las pantallas, y frente a estas, las caras de los jugadores entusiasmados por ganar el torneo, entre ellos, Yo. Para mi sorpresa, el lugar estaba abarrotado de ñoños con habilidades, por mucho, mejores a las mías y a pesar de que yo creía tener un nivel avanzado de agilidad en el juego, resulté ser eliminado en la segunda ronda, cosa que me desanimó bastante, puesto que yo creía de verdad que tenía oportunidad de ganar. Derrotado, mi amigo, me consoló, y continuamos viendo el resto de los combates. Llegaron los cuartos, la semi-final. Fue una pelea reñida y aquí las habilidades de los combatientes eras idénticas, solo era cuestión de ver quien daba el mejor espectáculo. Llegó la pela final, la batalla no podía estas más reñida, las barras de energía de ambos estaban a punto de desaparecer, todos los espectadores, que en su mayoría éramos unos niños de 13 años comenzamos a gritar al unísono ¡ULTRA,ULTRA ULTRA!… Maggie tomó el micrófono y nos acompaño en nuestro grito de guerra coreando con nosotros. En ese momento la euforia se disparó y todos nos acompañamos en el grito mientras decidíamos si ver las pantallas o el sudor de los combatientes; Entonces uno de ellos desató el combo final y todos gritamos EUFORICOS ¡AHHHHHHHH!!!!. El combate cerró con el grito ¡ULTRAAAAAA COMBOOOOO!. Después llego el combate final, que fue narrado por Gus, que para coronar la noche también, terminó con un ULTRA. Lo que más recuerdo de esa noche fueron los gritos de Maggie y de como la euforia colectiva engarzo un recuerdo que quedó atesorado en mi mente, hasta el día de hoy, que decidí compartirla con ustedes, Nintendomaniacos. Nunca le había contado a nadie esta historia.

Después de la final yo seguía un poco desanimado, pues yo en verdad creía que iba a ganar y en mi mente adolescente, sentí que todo había sido en vano. No podía haber estado más equivocado

Cuando la gente se empezó a retirar, mi amigo y yo decidimos esperar un poco para no ser arrasados por la onda de fanáticos deseosos de escapar del calor humano, cuando de repente vimos como detrás de nosotros se comenzó a formar una fila.

Levanté la cabeza para ver que estaban regalando para encontrarme con la sorpresa de que ahí estaban los 4 , tomándose fotos y dándole la mano a los espectadores. Nos escabullimos entre la multitud y después de unos minutos los tuve frente a mi. Gus Rodríguez, Maggie Hegyi, Mark Tacher y Chavo, los saludamos y les dije que me encantaba su programa, Gus me dio la mano y se fue. Fuimos los últimos en recibir la despedida.

Yo acudí a este evento con la única intención de ganar el torneo, y subir al escenario y que me dieran el reconocimiento, pero en realidad, tuve la oportunidad de conocer a unas personas que admiraba y respetaba, porque ellos a través de la pantalla me dijeron una y otra vez, que en los videojuegos, como en la vida, no importa ganar o perder, lo importante es jugar, recorrer el camino y disfrutar un el momento, ya que como buen Nintendomaniaco, sabía que siempre hay una recompensa, más allá, del Game Over.

El Tercer Millennial

Para  Gus Rodríguez,  Nintendomaniaco #1

Gracias Gus, por hacernos ver, que TODOS, podemos jugar.

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