Vi una vez un documental acerca de un grupo de arqueólogos que encontraron dentro de una cueva un conjunto de herramientas muy particulares. Lo curioso de este hallazgo, es que después de una exhaustiva investigación, les desconcertó el hecho, de que no encontraron ninguna función específica para estas herramientas; lo más desconcertante era, que habían sido trabajadas con esmero, y que ni el paso de los milenios habían logrado separarlas. Los expertos lograron a la conclusión de que carecían de utilidad y que el único fin de estas era meramente estético.

Creo que estos hallazgos prehistóricos, no sólo marcaron los inicios del arte, sino también el algún sentido absurdo, de los coleccionistas.

Desde pequeño siempre fui fanático de coleccionar cosas, primero, como muchos, fueron cosas que la mercadotecnia del momento me incitaba, a comprar. Lo primero que recuerdo eran los tazos, discos perfectos de plástico con ilustraciones divertidas de los Looney Tunes, Los Simpsons, pokémon, tiny tunes, los cuales lanzábamos sin piedad, unos contra otros, en diferentes horarios, locaciones y situaciones, siempre con el objetivo de competir por obtener los tazos de tu amiguito competidor y así, incrementar tu colección. Los tazos a veces terminaban blancos y se perdía por completo el Bugs Bunny o el Taz dibujado. Hoy en día encontrar uno intacto requiere de mucha suerte o de mucho dinero. Recuerdo haber tenido baldes enteros llenos de tazos, algunos todavía grasientos de haber salido de la bolsa de papitas.

Otra cosa que coleccioné fueron unas figuras de Sonrics, de Fantasmic; era una caja con diversos dulces que tenían una  figura con un personaje de Disney, que podías colocar en un estante de plástico rojo, que en ese momento me parecía enorme que tenía un Mickey Mago, ahí había cavidades con la forma de la figura correspondiente, lo cual solo te motivaba más a seguir sacándole dinero a mis papás para comprar más cajitas, para que una y otra vez, no me saliera la figura que quería, y terminara con un arsenal de figuritas repetidas, con la esperanza de intercambiarlas con mis amigos. 

Mi infancia estuvo llena de colecciones efímeras, las cuales me arrepiento de haber desechado, pero bueno, eran otros tiempos, solo por mencionar algunas y darles unas gotitas de nostalgia están las siguientes: Hielocos, Monstruos de bolsillo, canicas, avioncitos de hielo seco, dinosaurios, revistas Club Nintendo, cartitas de Dragon Ball, Pepsi Cards… Bueno, podría escribir todo un ensayo acerca de las cosas que he coleccionado a lo largo de mi infancia, pero lo que les quiero platicar hoy mi  única colección que ha perdurado a lo largo de los años.

Una de mis hermanas, después de uno de sus viajes, trajo con ella un par de cajas, llenas de postales. Lejos de ser las típicas postales con composiciones de mal gusto, enmarcando todos y cada uno de los monumentos de la ciudad, o país de origen, estaban cargadas de cosas que en un principio me parecieron tan aleatorias, como geniales, pero luego de observarlas, me di cuenta de que estaban cargadas de la personalidad de mi hermana. Me encantaba meterme a su cuarto y sacarlas todas, y observarlas con detenimiento, una a una y me ponía a pensar: ¿Por qué compró esta?, ¿Y esta?, la pregunta se repetía con cada tarjeta que miraba, y a pesar de ya haberlas visto muchas veces, siempre había una sorpresa, o algún detalle que había omitido; Me causaba mucha satisfacción el simple hecho de abrir la caja, y percibir el aroma de papel, plástico y a veces de tinta, de las postales. Después de algunos meses, ella decidió emprender el viaje de nuevo, pero antes de eso yo le pedí que me dejara sus postales, puesto que yo quería continuar con la colección. Y así fué.

Entonces a partir de ese momento, me propuse que, lugar a donde fuera, tenía que comprar por lo menos, una postal, esto acompañado con una insistencia para con mis amigos viajeros, a los que siempre les pedía con todo fervor, que se dieran la oportunidad de enviarme una de donde fuese que estuvieran.

La emoción que se siente al entrar a la ´´gift shop´´ con la premura de que por ahi estará, escondida, esperando a ser descubierta, esa pequeña impresión que anhela ser parte de mi colección,suelo pasar más del tiempo que tengo destinado para las compras, solamente en escoger postales, siempre con la presión de mi familia para seguir en el recorrido.

No es solo un trozo de papel y tampoco tiene el mismo efecto que una fotografía, para mi la postal es un constante recuerdo del sentimiento que me causó verla, esperándome, siento que me grita, me llama, es un sentimiento muy particular, que es muy difícil de describir, al menos para un no-coleccionista. Me gustan las postales de los museos, y me es casi tan emocionante como la experiencia de la visita, el pensar que postal voy a poder adquirir al terminar el recorrido. Al terminar el recorrido, voy directo a la sección destinada para las menospreciadas postales, y las observo una a una, con todo detenimiento y cuidado, ya que probablemente pasen años, si es que alguna vez tengo la oportunidad de regresar a ese lugar. Me causa emoción si la bolsa tiene branding, y generalmente es en esa misma bolsa donde las guardo.

Poco a poco he incrementado mi colección, la cual guardo celosamente en cajas, que siempre llevo conmigo en la mudanza. Pero no me limito a tenerlas ahí guardadas, pues las encuentro sumamente útiles, a veces armo pequeñas obras de arte que cuelgo en mi cuarto, o las uso para escribirle cosas bonitas a alguien importante, de cualquier manera, de vez en cuando, solamente abro la caja, y las hojeo una por una, todavía huelen a nuevo, como si estuviera de vuelta en la tienda del museo, con el olor a aire acondicionado, y la emoción, de que a donde vaya, siempre habrá alguna, esperando, en alguna repisa, a ser parte de mi colección.

El Tercer Millennial

Esta entrada tiene 5 comentarios

  1. Muy bonita narrativa, te imaginé , viendo ahí en el museo , una tarde que pasamos juntos en un.viaje , solos tu y yo , aparte de muchos , lugares , más , el lugar de un chef, reconocido, y por último , a cenar , tú te encargaste del itinerario

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